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¿Qué son los micromachismos? ¿Se dan también en los ámbitos STEM?

El término “micromachismo” es relativamente nuevo. Salió a la luz por primera vez en 1991, cuando Luís Bonino Méndez, psicoterapeuta especializado en la problemática de género utilizó la palabra “micromachismo” para referirse a prácticas que anteriormente se habían tildado de “violencia blanda”.

Aunque la Real Academia Española (RAE) todavía no ha encontrado una definición clara para esta palabra aparentemente tan moderna (han pasado ya casi treinta años), la Fundación de Español Urgente (Fundéu BBVA) sí que lo ha hecho. La Fundéu define los micromachismos como “el término que se utiliza para referirse al conjunto de los comportamientos, prácticas y estrategias cotidianas con las que se ejerce el poder de dominio masculino y que atentan en diversos grados contra la autonomía de las mujeres”.

Los micromachismos son sutiles y están socialmente aceptados, por eso es tan difícil percatarse de ellos

Tal y como se explica en la revista Politocracia, los micromachismos se sustentan en una serie de normas no escritas que garantizan su funcionamiento. Estas serían, por ejemplo, imponer el dominio del hombre sobre la mujer, aprovecharse del tradicional rol de “cuidadora” que se ha dado a las mujeres, resistir el aumento de poder de la mujer o recuperar el dominio en caso de que ella tome consciencia. Al final, lo que se busca con las actitudes micromachistas es dañar la identidad de la mujer y conseguir el control sobre esta; no obstante, estas actitudes solo son posibles con la “colaboración” de la mujer.

Pueden darse micromachismos de todos los tipos, pero, normalmente, se caracterizan por ser sutiles, tanto, que están socialmente aceptados. Algunos ejemplos, recogidos por El País, serían:

  • Explicar algo a una mujer por el hecho de ser mujer, sin que haya pedido dicha explicación
  • Decir que “ayudamos” en las tareas del hogar a nuestras novias/madres/hermanas, asumiendo que los trabajos domésticos son de las mujeres
  • Preguntar a las mujeres “cuándo serán madres”, pero no preguntar lo mismo a los hombres
  • Describir a las mujeres como “poco femeninas”
  • Callarnos ante comentarios o bromas machistas de amigos y conocidos
  • Preguntar únicamente a las mujeres “cómo compaginan la vida laboral y familiar
  • Estar en compañía de un hombre, pedir una cerveza y él un refresco, y que se deduzca que la bebida fuerte es para él. O dejar la cuenta directamente en el lado del hombre.

Podríamos seguir durante horas. Hay personas que creen que hablar de micromachismos es exagerado, o que es hilar muy fino, pero son una realidad que se da en muchos ámbitos. Incluyendo las STEM.

Los micromachismos se dan en todos los ámbitos, incluyendo las STEM

Un estudio elaborado por Yang Yang y Doris Wrigh Carroll, dos investigadoras de la Universidad del Estado de Kansas, analizó qué tipo de micromachismos vivían las mujeres encuestadas en los ámbitos STEM.

Las investigadoras encontraron cuatro tipos de micromachismos que se repetían de forma más constante: la objetivación sexual, estar silenciadas o marginadas, recriminaciones por ser “independiente” y microagresiones laborales.

Así, las investigadoras encontraron que un 31% de las mujeres informaron haber sido sexualizadas y objetivadas por su aspecto o experimentado algún estereotipo de género. Un 76,3% de las mujeres afirmaron haber sido silenciadas o marginadas, por ejemplo “queriendo ponerlas en su lugar [correspondiente con el trabajo]”, ignorándolas en el entorno laboral o retándolas, sin importar su puesto o autoridad. A un 40% les han dicho, en diversas ocasiones, que son “demasiado independientes”, “demasiado atrevidas”, que “no es normal en una mujer” y, en definitiva, comentarios que buscan minimizar el hecho de que una mujer se valga por sí sola.

Finalmente, un 68,8% de las mujeres denunció en el informe haber experimentado, al menos, un tipo de los micromachismos mencionados anteriormente en el entorno laboral, haber sido tratadas de forma injusta o que “se asumiera que su trabajo sería inferior que el de un hombre”.

Un 68,8% de las mujeres denuncia haber experimentado, al menos, uno de los tipos de micromachismos en el entorno laboral”

Además, en el informe, las investigadoras explican que quisieron saber si había algún tipo de relación entre el cargo que ostentan las mujeres y los micromachismos que sufren, para ver si las mujeres con cargos más altos quedaban exentas de sufrirlos dada su posición. La respuesta es que el cargo de las mujeres no resulta relevante a la hora de cometer microagresiones, micromachismos o, directamente, actitudes machistas.

Los micromachismos, como dicen las investigadoras, son comportamientos ofensivos contra las mujeres. Además, su aceptación y reproducción interfiere en el trabajo de las mujeres, ya que crea un ambiente de incomodidad y tensión, les mengua la autoestima y, en muchas ocasiones, les impide avanzar. Por eso, hay que detener cualquier comportamiento machista, o micromachista, que podamos detectar, denunciarlo y hacer entender a la persona que lo reproduce que no son “bromas” o “pequeños detalles”.

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