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La independencia económica de las mujeres es clave para combatir la violencia de género

El pasado 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En España, son 55 las mujeres que han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas este 2019, y 1.033 desde 2003, cuando empezaron a contabilizarse las víctimas mortales de la violencia de género, según datos de EP Data.  

Este 2019, según datos de la Unidad de Atención a la Familia a la Mujer (UFAM), se han llevado a cabo casi 41.000 detenciones, de las cuales, 27.733 han sido por delitos de violencia de género. Esto supone más de la mitad de las detenciones producidas en todo el país en un año. La Policía Nacional, durante este año, también ha tenido conocimiento de 62.000 delitos relacionados con la violencia de género, doméstica o sexual, un incremento de casi un 10% respecto al año anterior.  

La UFAM recuerda que la violencia de género no es algo que pueda detectarse desde el principio. Puede empezar con pequeñas bromas hirientes sobre nuestro aspecto o nuestra forma de ser, siguiendo con mentiras (sobre donde ha estado, cosas que ha hecho o dicho…) o incluso ignorándonos, estando a solas o con otras personas. La violencia de género sigue escalando a través de comportamientos celosos, ridiculizaciones, insultos, controlando la manera de vestir, con quien salimos y adónde vamos, el móvil… hasta llegar a los niveles más altos, que son los golpes, obligar a mantener relaciones sexuales, las amenazas y, finalmente, el asesinato.  

La dependencia económica de las mujeres las ata a las relaciones violentas 

Además, la violencia contra las mujeres puede manifestarse de muchos modos: psicológica, física, sexual y económicamente, aunque sea difícil conseguir datos acerca del número de víctimas.  

La violencia económica resulta especialmente sensible, ya que la falta de independencia económica impide que las mujeres puedan dejar a sus parejas maltratadoras, condenándolas a un sufrimiento que puede tener fatales consecuencias. La violencia económica, tal y como explica la Fundación BBVA, se define como “cualquier comportamiento que atente contra la independencia económica de una mujer, incluyendo la privación, retención y sustracción de dinero o de propiedades se considera violencia económica”. La Fundación Adecco, además, añade que “consiste en privar a la víctima de recursos económicos o bien controlar y criticar sus gastos, así como impedir que se incorpore al mundo laboral, por miedo a perder su “poder” sobre ella”. 

La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (conocida como FRA, por sus siglas en inglés) elaboró un informe en 2017 en el que se constataba que, a nivel europeo, “un 22% de las mujeres han sufrido violencia física y/o sexual en su relación con un hombre”. Del mismo modo, y basándose en el informe, también se constataba que “las mujeres se quedan en este tipo de relaciones debido a la dependencia económica propia y a la de sus hijos e hijas. Las víctimas son económicamente y socialmente vulnerables, y requieren apoyo económico para poder salir de relaciones violentas”.  

La liberación de la mujer pasa por su empoderamiento 

El hecho de que las mujeres sean, de por sí, independientes económicamente y hayan recibido algún tipo de formación sobre la violencia machista hace que puedan ser conscientes de que viven situaciones de violencia de género con sus parejas más rápidamente que otras mujeres, que no han recibido esta información, y que no tienen trabajo (por el motivo que sea).  

La fundación WE GO! (Women Economic-independence & Growth Opportunity), que tiene por objetivo el empoderamiento económico de las mujeres maltratadas para que puedan salir de la violencia, señaló en su último informe que el 65% de las mujeres encuestadas se encontraba en situación de desempleo cuando ocurrieron los maltratos, frente a un 16% que sí que trabajaba, aunque sin contrato. No obstante, el 71% de las mujeres destaca el desempleo, la precariedad y la dependencia económica como principales frenos para denunciar.  

El 71% de las mujeres destaca el desempleo como principal freno para denunciar

La Fundación Adecco, en su guía “Un empleo contra la violencia” de 2019, señala que obtener un empleo puede ayudar a las víctimas de violencia de género en tanto que les proporciona recursos económicos, que se materializan en autonomía; incrementa la confianza y la autoestima en sí mismas, amplía el círculo social de la mujer, la ayuda a descubrir nuevas motivaciones y a prevenirse para evitar que una situación de violencia similar se repita.  

Citando el estudio de la Fundación Adecco, María José Landaburu, secretaria general de la Unión de Autónomos UATAE, escribió para elDiario: “la seguridad que aporta la independencia económica, junto con las expectativas y la confianza en sí mismas que supone para las mujeres un empleo estable, con ingresos suficientes y buenas condiciones laborales, podría ser un elemento decisivo para reunir la fuerza necesaria que requiere interponer una denuncia y abrir paso a todo el proceso judicial y vital que esta conlleva” 

Desde STEM Stars, no nos cansaremos de reivindicar la importancia de una buena educación para las niñas, con referentes de todos los sectores, para que crezcan y aprendan por sí solas, estudien una carrera que las apasione y puedan dedicarse, en un futuro, al trabajo de sus sueños, sin tener que depender de nadie. Y, si de camino rompen algunos estereotipos de género, ¡mucho mejor! 

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